Lectura: Amos 5:14-24

Se cuenta la historia de dos cazadores que fueron sorprendidos por un oso tan grande que de la impresión dejaron caer sus armas y corrieron para esconderse.  Uno de ellos subió a un árbol, mientras que el otro se escondió en una cueva cercana.  El oso se sentó entre el árbol y la cueva.  De pronto, el cazador que estaba en la cueva salió, casi tropezando con el oso que le esperaba, cuando lo vio se detuvo, trató de bordearlo sin éxito y tuvo que regresar a la cueva.  Lo mismo sucedió una segunda vez.  Cuando salió la tercera vez, su amigo le gritó frenéticamente: “José, ¿estás loco? ¡Permanece en la cueva hasta que el oso se vaya!” “No puedo”, gritó José. “¡Hay otro oso en la cueva!”.

La Biblia dice que el mismo tipo de dilema vendrá algún día sobre los impíos. Van a encontrar problemas en el mismo lugar donde corren por la seguridad (Amos 5:18-20). Según el profeta Amós, estas eran personas religiosas, más no creyentes, y les advierte diciéndoles que no saben lo que están diciendo al decir que: “¡Si tan solo hoy fuera el día del Señor!”, pues si así fuera, todo el peso del juicio divino recaería sobre ellos.
¿Quiénes son los impíos?  Son los que nunca se apartan de sus pecados, ni aceptan el perdón amoroso de Dios por medio de Cristo.  Ellos aman el mal, en lugar del bien, y esperan la protección del Señor, sin tener que someterse a Su autoridad.  Sin embargo algún día no habrá lugar para que ellos puedan esconderse.

1. Si no has puesto tu confianza y esperanza en Jesús y su sacrificio, no puedes creer que podrás vivir para siempre, actuando cómo si puedes salirte con la tuya, burlándote de Dios, creyendo que no serás juzgado por tu maldad o tu falta de bondad.  ¡Detente, el Señor regresará y juzgará!

2. Sólo si tomas a Cristo como tu Salvador, tendrás un lugar para esconderte.  “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.” (Juan 10:27-28).

NPD/MDH