Lectura: Salmos 36:5-10

Contaba un hermano: “Hace unos cuantos años nuestra familia estuvo en Disney World cuando Dios nos dio una de Sus pequeñas bendiciones. Disney World es un lugar enorme – 430 kilómetros cuadrados, para ser exactos. Se puede caminar por allí por días sin ver a alguien que se conozca. Mi esposa y yo decidimos ir por nuestra cuenta mientras nuestros hijos buscaban lo que estaba realmente en onda. Nos separamos a las 9 a.m. y estábamos planeando reencontrarnos alrededor de las 6 p.m.

Como a las 2 p.m., mi esposa y yo tuvimos un antojo de tacos. Buscamos en nuestro mapa y nos dirigimos a un lugar con nombre hispano en busca de comida mexicana. Acabábamos de sentarnos con nuestra comida cuando escuchamos “Hola, mami. Hola, papi”. Nuestros tres amigos habían tenido, al mismo tiempo, ansias por un burrito caliente.

Diez minutos después de que se nos unieran, una violenta tormenta de verano se desató por el parque con vientos fortísimos, fuertes lluvias, y truenos ensordecedores. Mi esposa comentó, “¡Habría estado destrozada si los chicos no hubiesen estado con nosotros durante esto!” Parecía que Dios había orquestado nuestra reunión.

1. ¿Alguna vez has notado esas bendiciones de parte de Él?

2. ¿Alguna vez has dedicado tiempo a agradecerle por Su preocupación y cuidado?

Considera cuán extraordinario es que Aquél que creó el universo se preocupa lo suficiente por intervenir en tu vida. “¡Cuán preciosa es, oh Dios, tu misericordia!”

NPD/JDB